Conoce el reportaje que hizo sinembargo.mx
Hace 25 años, este mexicano se dio a la tarea de salvar muchos dulces típicos de distintos estados del país que estaban desapareciendo por la industrialización y la llegada de importaciones.
Ciudad de México, 1 de octubre (Infobae/SinEmbargo).- En 2014 una pequeña tienda familiar llamada Nuestros Dulces se hizo famosa en México por obtener el Récord Guinness a la mayor variedad de marcas de tequila en exhibición, pero el negocio tiene otra faceta poco conocida.
Desde hace un cuarto de siglo, Luis del Hoyo, dueño del negocio, se ha dado a la tarea de buscar los dulces típicos mexicanos que hayan desaparecido de las grandes tiendas o las calles, para ayudar a que no se pierdan entre los miles de nuevos productos que llegaron con la apertura del mercado.
En una especie de paraíso para los amantes del dulce, ha logrado reunir 800 diferentes clases de dulces típicos que van del tradicional pinole que se produce desde la época prehispánica hasta las calaveritas de azúcar muy buscadas en el país durante octubre, pues son uno de los objetos infaltables en las festividades y ofrendas del Día de Muertos.
La familia se dedica al dulce por tradición. Su abuela enseñó a sus padres a elaborar los típicos alfajores de coco, mazapanes, dulce de guayaba y rompope (una bebida dulce elaborada con leche, alcohol y algún tipo de fruta o nuez) y también enseñó a Luis el negocio que lo ha hecho famoso a nivel internacional.
Cuando acababa de abrir la tienda, en la que en un principio vendía solo los dulces que elaboraba su familia, llegó un señor a vender unos dulces que hacía en su casa, funcionaron bien y entonces tomó la decisión de buscar a alrededor del país aquellos que ya no se comercializaban.
“El dulce más raro que tenemos son los tolondrones, que se les llamaba así a los pequeños dulces que se envolvían en hoja de maíz porque en los pueblos no existía el plástico ni el papel celofán con el que ahora los envuelven. Tenemos tolondrones de tamarindo, de chocolate, de cajeta, que es una tradición de pueblo”, dice a Infobae.
“Tenemos dulces que se comían hace 50 años y que hemos rescatado como las lagrimitas, una pequeña bolita de azúcar rellena de licor, que ya nadie lo quiere hacer porque es muy difícil”, agrega.
También tiene las tradicionales mermeladas elaboradas con distintos tipos de chile.
Ahora, en su local, en la zona turística del municipio de Tlaquepaque, Jalisco, hay productos de 25 de los 32 estados del país, algunos elaborados por indígenas que no tienen cómo comercializarlos o que no cumplen los requisitos para poderlos etiquetar y vender masivamente.
“Cuando nosotros nacimos no existían en el país negocios de este tipo. Hay uno en el Centro de la Ciudad de México de principios del siglo pasado, pero están especializados sólo en lo que ellos hacen. Antes de nosotros el dulce mexicano se comercializaba en mercados, en mesitas en las plazas, afuera de las iglesias, pero nadie tenía un surtido. La gente que lo hacía lo iba a vender los domingos en algún mercado, pero hay muchos que ya empezaron a desaparecer hasta de los mercados”, agrega.
Uno de los méritos que atribuye a su negocio es el haber rescatado algunos tipos de chocolate que elaboran los indígenas mexicanos con cacao y técnicas ancestrales sin ningún tipo de azúcar artificial ni conservadores.